Empezaré esta entrada haciendo una pregunta, me encanta escribir preguntando ¿Crees en la comunicación?
Érase una vez un nuevo restaurante. Acababan de abrir las puertas, Su propuesta era comida BIO, vinos naturales, un punto de hipster, platos elaborados con los ingredientes justos para que cada uno de ellos tuviera la ración o el tanto por ciento perfecto para ofrecer la justa medida de lo que un plato debería tener.
Al final, eso es lo que los restaurantes hacen, pesan la comida, un ingrediente da el toque de sal que el otro ingrediente no tiene, el rojo de un higo resalta al lado de un tubérculo blanco escabechado… Bueno, la profesionalidad y la estética de los platos.
Como los dueños tenían 4 contactos en los medios de comunicación y tal… Sin pensar ni querer hacer un buen estudio de comunicación o de márqueting; sin valorar los posibles puntos negativos que se puedan mal entender… etc. Sale a la luz. Sale a los medios de comunicación. ¡Sale a la palestra!
Todo estaba perfecto, en verdad, quizás fue tan al inicio de la preocupación del origen de los alimentos y productos, del KM0 de los elaboradores y muy al principio de los vinos naturales… Que yo diría que esos puntos tan positivos, se giraron en la contra del restaurante. ¡Injusto diría yo! ¡Pero mal comunicado!
Lo que en un incio, todo el mundo sabía de este nuevo restaurante es que era raro, era diferente y no sabían si querían probarlo porque … Era raro.
¿Solo vinos naturales? ¿Es un restaurante vegano? ¿No hay nada de comida frita? ¿Qué es eso que un ingrediente cuaje a la perfección con el otro? ¿Bio? ¿Qué significa que la comida sea BIO? ¿Es un vegetariano? -Otra vez- Estas eran las preguntas que todo el mundo se preguntaba sobre el nuevo local. Se había creado «una rareza» respecto al nuevo sitio. A nadie le preocupaba si se comía bien o si se bebía bien. Y es que -a mi parecer- se le dió tanta importancia a todo esto comentado hasta aquí, añadido a que no tenían «una pierna» para apoyarse y comunicar lo que el restaurante era, es decir, sí BIO, sí tener en cuenta los productos y orígen… Qué la gente empezó a verlo como un bicho raro.
Empezamos a trabajar juntos, porque estaban preocupados de la linea no demasiado buena que se había iniciado. Sinceramente fue súper bien. El local era céntrico pero bastante escondido. Y sí todo estaba increíble y buenísimo. Prensa, redes sociales y comunicación en general, y sin apoyarnos solamente en que servíamos comida natural y buena. ¡Qué es lo que siempre debemos esperar de un sitio al que vamos a comer o beber!
Al cabo de los meses, el restaurante empezó a posicionarse como un lugar donde ir. Seguían los comentarios tal que… ¡Creía que era para vegetarianos! ¡Pensaba que la experiencia sería rara! Pero le dimos la vuelta a todo eso… Y ya todo era positivo.
Lo logramos, ahí mi férrea defensa de la importancia de la comunicación, desde un inicio. Y enlazándolo con la pregunta incial ¿Crees en la comunicación? El responsable del restaurante se reunió conmigo para pedirme una rebaja de mis honorarios. Te preguntarás ¿No debería ser al revés? No debería estar contento el propietario y -en todo caso, que no pasa- ofrecerme un aumento de mi fee. ¡Pues no!
Al aumentar el trabajo, gracias a la visita de los clientes, más horas abiertos, etc. Debía contratar a alguien más… con lo que sus palabras fueron: Ahora que vamos bien, tengo que contratar a un empleado más, y tus honorarios son un contrato de media jornada. [con eso podéis ver que no era una inversión nada descabellada, sobre todo teniendo en cuenta los resultados]
Claramente, ¡No creía en la comunicación! Aun teniéndola en sus propios morros.




